El Proyecto Pusol continúa colaborando con la Asociación Española de Empresas de Componentes para el Calzado (AEC) en Futurmoda. En esta ocasión, exponemos una máquina de troquelar, máquina propiedad del Museo Escolar que ha sido restaurada, gracias al patrocinio de AEC, por Eva Mendiola.

Las máquinas de troquelar servían para cortar suelas y plantas utilizando troqueles, una suerte de moldes metálicos de borde cortante con la forma de esas piezas. Las troqueladoras pueden ser de diferentes tipologías, si bien la que nos ocupa se utilizó en la industria del calzado.

Máquinas como ésta ya funcionaban en la década de los veinte, como podemos observar en algunos periódicos de la época, donde se anunciaban. Se trataba de máquinas, por lo general, fabricadas en talleres locales, que copiaban modelos patentados en otras factorías; máquinas que estuvieron en activo durante años –al menos, algunas de ellas hasta la década de los ochenta-, según testimonios orales de los operarios que las utilizaron. Eran máquinas “duras”, según nuestros informantes, que sufrían pocas averías; máquinas utilizadas en fábricas y talleres, que pasaron de mano en mano y de local en local durante décadas. Máquinas, por otro lado, peligrosas, con nulas condiciones de seguridad, como sostienen los entendidos en la industria del calzado, sobre todo aquellos a los que el movimiento constante de aquellas acabó por seccionarles algún dedo.

Nuestra troqueladora era de dos platos y en ella trabajaban dos operarios, uno situado frente a otro. Funcionaba con electricidad, mediante un sistema de correas y engranajes que transmitían la fuerza motriz, tanto a ella como a otras máquinas, a través de un árbol o eje de transmisión, desde la turbina o el motor central, hecho habitual en el pasado y que condicionaba tanto la colocación de la máquina como el tipo de construcción –lineal- de los inmuebles donde se ubicaban.

Gracias a AEC y a nuestro Proyecto se pueden llevar a cabo iniciativas como ésta y antiguas máquinas, cuyo destino sería convertirse en chatarra, pueden contemplarse y valorarse en certámenes como Futurmoda. Proteger el patrimonio industrial de nuestra ciudad es condición necesaria para alcanzar metas posteriores, de las que os iremos informando oportunamente.

Autor: Rafa Martínez, director de la Fundación Proyecto Pusol.